Situado en el entorno rural de Alzuza, pequeña localidad ubicada a 8 km de Pamplona, el Museo Oteiza alberga la colección personal de Jorge Oteiza, uno de los creadores más significativos de la escultura del siglo XX.
El Museo contiene una selección representativa de su obra, compuesta por 1.650 esculturas, 2.000 piezas de su laboratorio experimental, y numerosos dibujos y collages.
El edificio, un gran cubo de hormigón rojizo, es obra del que fuera uno de sus más íntimos amigos y colaboradores, el arquitecto navarro Francisco Javier Sáenz de Oiza, e integra la vivienda ocupada por Jorge Oteiza durante dos décadas, lo que permite al visitante conocer la peculiar forma y el íntimo ambiente en que el artista desarrolló su obra.
El artista donó a Navarra su colección personal en 1992, lo que permitió la consolidación de la Fundación que lleva su nombre, y en consecuencia, el proyecto del Museo Oteiza, gran cubo de hormigón rojizo que se encargó de levantar su amigo, el arquitecto Francisco Saénz de Oiza. El museo se inauguró el 8 de mayo de 2003, un mes más tarde del fallecimiento del artista en San Sebastián, y se configura como una de las colecciones monográficas más extensas del arte contemporáneo.
La exposición de la casa-taller propone un itinerario por tres espacios básicos, habitados y conformados por el artista: El Laboratorio, centrado en el proceso creativo y la obra como resultado final; La Casa, testimonio del hogar del artista y lugar de intimidad y reflexión; y El Taller, con espacios para talleres didácticos. En la planta superior se encuentra la Biblioteca y futuro Centro de Documentación, que acoge los más de 5.000 volúmenes de la biblioteca personal del artista.
Jorge Oteiza ha sido uno de los artistas fundamentales en la evolución de la escultura del siglo XX; su obra está marcada por la experimentación estética, por la desocupación de la formas y por el vaciamiento de la escultura. Entre sus esculturas más conocidas, se encuentran la Estatuaria de la Basílica de Arantzazu (en Oñati, Gipuzkoa), el monumento al padre Donostia y toda su colección del Laboratorio de Tizas. Pero Oteiza fue un artista polifacético, y trabajó también el ensayo, la poesía, la arquitectura, el cine, la antropología y la socialización de la cultura y el arte, y publicó obras como "El final del arte contemporáneo", "Quousque tandem...!" o "Existe Dios al noroeste".
Ha recibido premios tan relevantes como el de escultura de la IV Bienal de São Paulo (Brasil) en 1957, la medalla de Oro de las Bellas Artes en 1985, el premio Príncipe de Asturias de las Artes (1988), la Medalla de Oro de Navarra (1992), el premio Pevsner (1996), la medalla del Círculo de Bellas Artes de Madrid o la medalla de Oro de Gipuzkoa (1999).