La pequeña localidad pirenaica de Urdazubi/Urdax esconde numerosos atractivos. Puentes medievales, majestuosos caserones, antiguas construcciones como el cenobio románico de San Salvador o cuevas prehistóricas. La de Ikaburu, única visitable, se asienta bajo los verdes prados de la Navarra cantábrica y a pocos kilómetros de la costa y de la frontera con Francia.
Se trata de una gruta que se originó hace unos 14.000 años gracias a la continua erosión del río Urtxuma. Una visita guiada por sus galerías -única forma de conocerla- te adentrará en un mágico universo de estalactitas y estalagmitas, además de traerte evocadores recuerdos de personajes de leyenda, guerrilleros y contrabandistas que las ocuparon en otras épocas.
Brujas, inquisidores, contrabandistas, peregrinos y monjes han ido perfilando la identidad de Urdax/Urdazubi, la embrujada. Dos rutas cruzan este municipio, la Ruta del Brujería y el Camino de Santiago Baztanés. El epicentro de ambas en la localidad es el monasterio románico de San Salvador, erigido en el siglo XI forma parte de la memoria del lugar. En él se fraguaron las pesquisas inquisitorias que darían lugar al cruel Auto de Fe de Logroño en 1610. Más tarde, fue hospital de peregrinos. Conoce el cenobio, su museo, su claustro y el antiguo molino aún hoy en funcionamiento.
La Cueva de Ikaburu surge a pocos kilómetros del mar Cantábrico y a escasos minutos de la frontera de Dantxarinea, en el barrio de Leorlas de Urdazubi/Urdax. Un espacio natural de gran belleza que junto a las cuevas de Berroberria y Alkerdi (cerradas en la actualidad) conforma uno de los yacimientos prehistóricos del paleolítico superior más importantes de Navarra.
La gruta de Ikaburu fue descubierta por un pastor en 1808, pero se originó mucho tiempo atrás, hace unos 14.000 años, gracias a las aguas del río Urtxuma que perforaron la roca calcárea y dieron lugar a las bellas formaciones de estalagmitas y estalactitas que hoy podemos contemplar.
Los restos de sílex hallados en ella revelan que fue habitada por el hombre prehistórico; muchos siglos después, sirvió de escondite para contrabandistas o de refugio durante la Guerra de la Independencia y las contiendas carlistas. Y las leyendas locales cuentan que aún hoy es morada de las lamias, seres mitológicos mitad pez y mitad mujer.
Con el fin de preservar este enclave natural, sólo puede visitarse con guías especializados. La visita, con una duración aproximada de 40 minutos, sigue un recorrido acondicionado con escaleras e iluminación a través de las infinitas formas que el agua ha perfilado en su goteo de siglos en el "Salón de Recepciones", la "Sala de los Tres Reyes" o la "Sala de las Columnas". Repara en los brillos que descubren la presencia de magnesio en las rocas y déjate envolver por el sonido del río Urtxuma que fluye por sus galerías.
Se puede realizar un hermoso y cómodo paseo que une a esta cueva con las de Zugarramurdi y Sara. Se trata del sendero de las cuevas, de 6,75 km. Está señalizado con un caballo pintado de azul, entraña poca dificultad y discurre tranquilo entre prados y bosques.